sábado, 5 de abril de 2014

Friends forever


Era solo cuestión de tiempo que mi madre se cansase de tener cajas llenas de cartas en la habitación que un día fue mi refugio, mi habitación propia. Ese hueco en el armario era demasiado goloso para seguir ocupándolo con morralla.

Ahora me toca revisitar y analizar qué parte de todos estos recuerdos de adolescencia voy a conservar. Cartas de amor, juramentos de amistad eterna, soliloquios, largas conversaciones por escrito durante las clases de filosofía... Según pasan por mis manos los folios, me asombro del número de cartas que necesitábamos escribirnos al día para comprender el mundo que nos rodeaba y me sorprende doblemente que fuésemos capaces de aprobar las asignaturas con tantísimos pájaros en la cabeza.