martes, 8 de octubre de 2013

Amanecer en Las Palmas de Gran Canaria


Esta fotografía concentra muchas emociones que serán difíciles de borrar durante mucho tiempo. Me recuerda a una noche de insomnio en la que estudié mucho y en la que vi clarear el horizonte sobre el mar, más allá del puerto. Recuerdo el silencio roto por el ruido tempranero de los primeros coches y la ansiedad. Pero también recuerdo la magia de ver a una isla despertar que, de tanto intentar conocerla, he llegado a amar. Hasta pronto Gran Canaria, pronto nos volveremos a ver.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

La vendimia


El verano se acaba y la vendimia en la Ribera se acerca. Sus uvas terminan de dorarse al sol antes de que los expertos viticultures castellanos le saquen el rico mosto y éste pase a besar la madera de la barrica que ha estado esperando paciente el momento.

martes, 24 de septiembre de 2013

Bodega de Alfonso VIII

En esta bodega en plena Ribera del Duero se hacía el vino que se servía en las mesas castellanas en tiempos de Alfonso VIII. Al menos, eso es todo lo atrás que los documentos pueden recordar por ahora. ¿Quién sabe si los romanos que rondaban por la zona ya la usaban? Quizá algún día lo sepamos. 

La bodega está excavada en la roca y por unos manaderos de agua surge el agua que refresca la estancia. Olor a frío húmedo donde las barricas descansaban lejos del caluroso verano y de la escarcha gélida del duro invierno de la Ribera. 

Hoy no huelen a vino como antaño pero pesa la historia sobre sus hombros.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Benito Pérez Galdós


En una calle del barrio de Triana, nació un día un grancanario que encantaría las mentes de tantos lectores y que, con su ojo ávido y su pluma fácil, captó tantos detalles y personajes de nuestra España decimonónica. Esta casa, por ser él uno de mis escritores favoritos, también es uno de mis rincones predilectos de Las Palmas. La casa es la típica canaria, con patios y balconadas de madera, donde un día resonaron las campanas de la puerta al abrirse para anunciar visita. Hoy, es donde se exponen los muebles diseñados con esmero por nuestro escritor, ediciones antiguas de sus obras, su barco de pescador en miniatura y un poquito de esa alma canaria que corría por su venas.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Père Lachaise

Père Lachaise, la otra ciudad de Paris, la ciudad de los muertos, donde se rinde homenaje a los grandes y a los no tan grandes y donde muchos también quedan olvidados... las puertas de sus sepulcros rotas y los reclinatorios carcomidos e invadidos por las arañas. El paso del tiempo tiene estas cosas.

Pero en la foto vemos un personaje del que no se exhibe nada en el Louvre y que, a pesar de haber fallecido en el siglo XIX, sigue teniendo montones de flores frescas rodeando su tumba. Y aquí fue donde comprendí que las historias más extrañas pueden suceder en un cementerio. 

Imagínense: una mujer muy, muy mayor llora frente a su tumba. Casi no puede andar pero, por muy mayor que sea, la lógica y las matemáticas nos dicen que nunca pudo llegar a conocerle. Aún así llora. Ronda desorientada. Va y vuelve de nuevo a la tumba. Ya por fin, acepta la despedida y desaparece en el interior de uno de esos sepulcros que parecen iglesias góticas en miniatura. La puerta oxidada rechina al abrirse y sale con sus bultos tamibién viejos del sepulcro prestado. Una última mirada y marcha. 

Estamos frente a Allan Kardec, sistematizador del espiritismo.

Gastronomía canaria


¡Qué aburridísimo resulta estudiar gastronomía! Es posible que mucha gente me contradiga y piense que es apasionante leer interminables páginas con recetas e intentar imaginar su aspecto, sabor y textura. Pero para mí, lo siento en el alma, lo interesante es comer y no imaginar que como. 

Total, aquí va una imagen de la mejor parrillada de pescado que he probado en mi vida. Fue en un pueblito de La Gomera, una deliciosa noche de verano, durante nuestra luna de miel. Por el tamaño del plato, podéis imaginar el motivo por el que los gatitos de los alrededores estaban tan gordos.

lunes, 26 de agosto de 2013

La galería de los espejos de Versalles



Aquí tenemos una foto de este agosto en la maravillosa galería de los espejos del Palacio de Versalles. Se dice mucho aquello de que una imagen vale más que mil palabras, pero yo insistiré, en este caso particular, en la limitación de sus poderes evocadores. El bloqueo del resto de los sentidos en este momento merma la capacidad de comprender con profundidad este instante.

Por eso, situémonos. Imaginemos el perfume embriagador de una masa de gente que ha esperado dos horas bajo un sol despiadado para poder entrar al emblemático palacio. Todos juntos, bien apretaditos en los escasos metros cuadrados que le tocan a cada individuo. Escasas ventanas están abiertas porque con la corriente las lámparas se bambolean y amenazan con romper sus cristales sobre las hermosas cabezas de los visitantes. Y nos falta algo fundamental, el delicado sentido del oído que dista ya de las melodías que antaño aquí resonaron en los bailes reales. La gente, impactada ante tan magnífica visión, se acelera y grita emocionada, busca el ángulo para hacer la foto perfecta o graba con sus modernas cámaras de vídeo hasta el último centímetro del espacio. Los niños se aburren, gritan, quieren agua, quieren pis y, sobretodo, están cansados. 

Y yo... Yo también estoy cansada. Y lo curioso del asunto es que lo peor está aún por llegar porque todo el mundo que ahora avanza por la gran sala tendrá que pasar por estrechos corredores que con toda probabilidad están ya embotellados y resultan a todas luces impenetrables. Y llega el momento de las preguntas de difícil respuesta: ¿Por qué la gente paga 18€ por persona para tener tamaña experiencia? ¿Por qué dejan que la gente espere dos horas a pleno sol en verano? ¿Por qué no limitan el número de personas que pueden entrar? ¿Por qué los escalones de mármol están tan desgastados que apenas existen ya? ¿Por qué? ¡Oh! ¿Por qué? Je ne comprends pas.

sábado, 10 de agosto de 2013

La batería de Santa Bárbara, Puerto de la Cruz

Hoy es el último día que he decidido dedicar al estudio de los castillos y las fortificaciones de Canarias porque tanta violencia he de reconocer que acaba por estresarme. Aunque, ciertamente, resulta fascinante el increíble peligro al que las islas afortunadas tenían que enfrentarse; piratas acechando las embarcaciones cargadas de riquezas, saqueos, incendios, secuestros, potencias europeas que codiciaban la riqueza y el poder que poseían los españoles...


Aquí una imagen de mi amor liderando la defensa de la batería de Santa Bárbara durante un ataque imaginario muy peligroso. Los cañones fueron cedidos por el Ministerio de Defensa en 1992 en memoria de los cuatro que hubo en su día pero no deja de ser impresionante verlos apuntar hacia la costa.

sábado, 27 de julio de 2013

Crónica de un huerto 15: Las flores de nuestro lugar

No le hago caso al huerto. No tengo perdón. Los días se suceden unos tras otros y yo no digo nada de nuestro huerto ni de los afanosos hortelanos que ya han empezado a recoger alguno de los frutos del duro esfuerzo. Yo no digo nada de él, pero todo el mundo que lo ve dice que está muy bonito y no les falta nada de razón. Yo también lo pienso, aunque no encuentre un ratito para subir las fotos que le hago todos los fines de semana sin faltar uno.

 Pero hoy he decidido hacer un hueco y, para mostrar algunas de sus cosas bonitas, he elegido las flores que pintan de otros colores el verde. Y no solo porque son hermosas, sino porque en esa delicada belleza también guardan el secreto de las semillas que las preparan para florecer uno y otro año.



Aquí tenéis las flores de los pepinos. Este año se han extendido muchísimo y están dando infinidad de florecitas y de los consecuentes pepinos.


Las patatas también tienen unas preciosas florecitas blancas y, como hay tantas matas juntas, quedan la mar de graciosas.


Aquí está la flor del pimiento. Yo pienso que debe ser algo tímida porque no hace más que mirar al suelo... 


Éstas son las florecitas de las judías bajas. Las pobres andan dando poca producción por el momento pero que son lindas no se les puede negar.


Las más grandes son sin duda las flores del calabacín. Tienen unos colores naranjas preciosos y según se abren van abriendo camino al calabación que crece en la mata. 

Aquí la flor del tomate, uno de los grandes protagonistas de nuestro huerto. Muchas flores tienen las muchas tomateras que tenemos y yo sé que la hortelana jefa está asustada en su fuero interno de los muchos botes que potencialmente tendremos que apañar. Pero dejemos actuar a la naturaleza y a ver qué pasa... 


Las berenjenas también parecen algo tímidas, pero tienen un colorcito morado bien simpático. 


Las judías trepadoras, subiendo por su andamio...


Y, claro está, tenemos esta florecita de la que un día saldrá una sandía redonda y gorda. 

jueves, 25 de julio de 2013

Fuego criminal en la Gomera


Estos días estoy estudiando el Parque Nacional del Garajonay y me han revisitado algunos fantasmas. Hace un año estuve allí y el corazón del bosque estaba cortado al acceso del público porque el fuego estaba vivo bajo el propio suelo del centenario lugar. Sin embargo, no pudimos evitar el paso de las llamas por el monte. Los coches de los viajeros se paraban y se podía ver a gente parada en silencio llorando. Yo también lloré.

Imaginad un bosque verde y tupido por el que apenas entra la luz. La humedad de la bruma lame sus hojas, los troncos de sus árboles y la piel. Cuelgan de sus ramas musgos largos y hay un no sé qué de cuento ancestral... Y es que hay mucho de antiguo en estos caminos. Esta isla redonda es el lugar que los bosques de laurisilva escongieron para esconderse después de que sus hermanos Europeos ya desaparecieran mucho tiempo atrás. 

 Triste que alguien pueda no tener escrúpulos en convertir en ceniza lo que tanto tiempo costó a la naturaleza preservar.

martes, 23 de julio de 2013

Crónica de un huerto 14: Días de sol y descanso

Hace mucho tiempo que no hablo de nuestro huerto. Tanto estudio sobre las Canarias me desvía de lo que tengo en casa. Otros quehaceres me limitan el tiempo pero, además, es que el huerto ya requiere más bien pocos trabajos. Los aspersores de las patatas y el riego por goteo le ha quitadon la gracia de andar encharcando los surcos y lo que ahora más necesitan nuestras queridas plantas es mucha paz y mucho sol para ponerse gordas y bonitas. 

  
Aquí tenéis una foto actualizada de nuestro patatal. Es el que menos ruido da y el que menos visitas recibe por el momento. Es la oveja negra del huerto y lo será, supongo, hasta que empecemos a hacer tortillas de patatas con el resultado. 


La huerta de los cantos, sin embargo, es mucho más interesante. Ya tiene pimientos colgado de las matas, la producción de calabacines ya está en pleno rendimiento, y el entretenimiento de ayudar a las judías a trepar por el andamio monstruoso es todo un éxito. Como todo el mundo puede observar y queda palpable, el andamio este año que se quedará. Yo sigo teniendo mis dudas de que termine convirtiéndose en la imagen idílica de un túnel verde y precioso pero ya he dado la lucha por perdida.


Y, bueno, cierto es que la actividad hortelana no se queda únicamente en dar al botón del riego y quedarse mirando. De vez en cuando uno se ve en necesidad de plantar alguna matita más en los huecos que faltan. Eso sí, estas cosas se hace al caer la tarde cuando ya no atiza el sol. Ahí tenemos a los guapitos en el proceso de plantación de una planta de pimientos.


Y, claro está, otra de las cosas que no nos pueden faltar son las lechugas. Está todo pensado. Unas se comen y otras van creciendo y, así, tenemos lechuga crujiente y recién cogida todo el verano. ¡Ñam!

Yo, por mi parte, prometo no dilatar mucho la espera de la siguiente entrega porque a este paso el huerto se agota y yo todavía no os he contado todo lo que tengo en la mochila.

miércoles, 17 de julio de 2013

Laurisilva en Los Tiles


Una selva antigua se abre camino entre los barrancos, un recuerdo de lo que, antaño, el mundo un día viera. Cuelgan las lianas y el mar de nubes trae gotas de lluvia a pintar de cristal tus hojas, empapar tu musgo y llenar los acuíferos de los que bebe tu isla bonita. 

martes, 16 de julio de 2013

Pinus Canariensis


Las hojas de apuntes se suceden de manera interminable y las letras acaban por medio juntarse y significar poco o nada. El pinar canario, que sobrevive a los incendios año tras año, parece ser terríblemente aburrido. Aquel que vive donde otros no pueden y que arraiga en la lava que un día abrasó todo...

Pero yo tengo suerte porque recuerdo aquella carretera serpenteante y minúscula que ascendía rápida hacia lo alto de la "Isla Bonita" y la luz mágica que pasaba entre las copas de los pinos, entre los barrancos. Una luz bella de atardecer que borraba los perfiles puntiagudos de las hojas y las hacía parecer bolas de algodón verde esmeralda...

Así, dejo a un lado el tedio y deseo volver para dejarlos que me embrujen de nuevo a la última hora de la tarde.

lunes, 15 de julio de 2013

Thank you, love

 

Hoy no tengo ganas de hablar de huertos porque tengo calor, estoy cansada, frustrada por perder el tiempo estudiando un examen injusto y cabreada con el sistema político de nuestro país y con la cantidad de chorizos y oportunistas que lo pueblan.

Y es en momentos así en los que quiero buscar imágenes felices al final del día para soñar cosas bonitas. Esta es una imagen feliz para mí: mi amor sonriente a la sombra de un manzano en un día relajado de verano. 

Y no sólo es especial porque te quiero sino porque me das aire que respirar y eres SIEMPRE la piedra firme que sustenta todos mis proyectos. Thank you, love. To destiny!

sábado, 13 de julio de 2013

Crónica de un huerto 13: ¡Nuestro primer calabacín!


¡Nuestro primer bebé a llegado a nuestra huerta! Y ahí donde le veis, ya está hecho pisto, uno bien rico. Hay quien dice que cuando las matas de calabacines se lían a dar fruto son imparables. A ver si es verdad y este año no tenemos que comprar ni uno más hasta el otoño.  

jueves, 11 de julio de 2013

Crónica de un huerto 12: Mariquitas mías

 

Mariquitas mías, lo que daría yo por estar en el pueblo y rondar como vosotras las plantas. Yo también quiero velar por su seguridad, en especial ahora que Genaro ha decido jubilarse. Pero aquí me hallo, inútil a vuestra causa y morriñosa.

lunes, 8 de julio de 2013

Crónica de un huerto 11: Genaro, ¿qué te hemos hecho?


Genaro, ¿dónde quedó aquel día en el que te convertiste en nuestro guardián? Ese primer día en el que aún conservabas la gorra y tu figura se recortaba altiva sobre el cielo del atardecer... Y, ¿qué me dices de los días siguientes? Cuando las hurracas te miraban desconfiadas y no se atrevían a poner sus patas sobre el huerto... Las tenáis a tu merced. Pero la decadencia pronto llegó a carcomer tu delgaducho cuerpo de palo. 

Lo primero en caer fue la gorra. Ese cabezón enorme y cuadrado no podía sostener la gorrita de propaganda que tuvimos a bien colocarte. Aún así, seguías erguido, manteniendo tu porte gallardo. Pronto, sin embargo, tus fuertes pectorales se te bajaron a la barriga y te convertiste en el típico hombre entrado en años con las patitas finas y un barrigón de miedo. Pero la gordura no había de durarte mucho tiempo... perdiste barriga y todo y te quedaste escualidito y sin autoridad ninguna frente a las traviosas aves que volvieron a zampar lo que veían a su paso. 

Pero es que ahora, Genaro, pareces haberte cansado incluso de estar de pie. Así nuestra relación no puede continuar. Yo sé que seguramente haya sido culpa nuestra pero tampoco es para ponerse así. Prometemos enmendarte, ponerte paja de la de verdad, quitarte esa camisa de cuadros horrible y, si es necesario, cambiarte de nombre y llamarte Geremías de una vez por todas. Pero, por favor, ¡no nos abandones!

martes, 2 de julio de 2013

Crónica de una huerta 10: La cuestión del andamio

Hemos tenido ya nuestra primera crisis hortelana que esperemos que se resuelva pronto para volver a la normalidad. Todo vino a raiz de la necesidad básica de las judías trepadoras de enroscarse en alguna parte y, como bien clarito lo deja el nombre, trepar. ¡Pobres judías! ¡Tendrán que subirse a alguna parte! Y aquí es donde viene el problema...



Parece ser que para el hortelano jefe no le eran suficientes los juncos del año pasado o los palos que mi abuelo le había indicado. Creo que es una cuestión de creatividad frustrada, ganas de grandiosidad, no lo tengo muy claro... Pero, en un descuido, el hortelano jefe ha plantado en todo el medio del huerto un pedazo de andamio que no se lo salta un caballo. 


Personalmente, creo que es una barbaridad tener ahí un mamotreto de hierro pintado de amarillo y creo que mucha más gente está de acuerdo conmigo a pesar de que les parezca extravagante y graciosa la ocurrencia. Casi me da un ataque cuando vi el panorama, así, sin previo aviso. No puedo visualizar la hermosura de la que me habla mi señor padre de dicho aparato ni tampoco su practicidad. Cuéntenme ustedes, ¿cómo vamos a poder pasar entre el frondoso e hipótetico túnel de judías trepadoras con esos barrotes cruzados cortándonos el paso? ¿Cómo vamos a coger las judías que crezcan por el interior del túnel intransitable? Como diría mi abuela, "esto no se le ocurre ni al que asó la manteca".


Pero por mucho que rabie, y a pesar de las continuas amenazas que he proferido contra tamaño despropósito, me da en la nariz que el andamio se va a quedar donde está. Las judías ya han empezado a trepar por él y una vez estén bien agarradas a ver quién es el listo que las cambia. 

De todo esto lo único que podemos hacer es aprender nuestra lección: no hay que dejar sin vigilancia al hortelano jefe porque es altamente peligroso.

miércoles, 26 de junio de 2013

Crónica de un huerto 9: Genaro el espantapájaros

Los ataques repetidos contra nuestras pobres plantas no pueden quedar impunes. Por eso, un nuevo personaje a entrado a formar parte de la huerta. No podía ser otro que un señor espantapájaros el cual fue mi obsesión durante todo el fin de semana. Quizá hubiera sido una buena idea mirar en algún lugar cómo hacer un espantapájaros en condiciones, pero como no se nos encendió esa bombilla en aquel momento y yo tenía las muchas prisas que me suelen caracterizar, hicimos lo que pudimos con las escasas ideas que se nos pasaban por la cabeza a esas alturas del domingo.


Primero procedimos a la fabricación de unas cruces con palos que tenía el hortelano jefe por ahí tirados. 


Después le pusimos ropita. Y el caso es que yo creo que este debe ser el espantapájaros mejor vestido de la historia. Le pusimos unos dockers viejos de mi padre y su buena camisa de cuadros. Esto fue claramente intencionado. Si queremos despistar a los pájaros tenemos que vestirle tal y como el hortelano jefe frecuenta la huerta: como un pincel. Eso sí, le faltan los zapatos.


Yo no estaba nada contenta con la idea de ponerle una cara malvada con los dientes picados pero Patrick insistió en que era absolutamente necesario que fuera terrorífico para el mejor ahuyentamiento de nuestros enemigos plumíferos. Con todo el dolor de mi corazón, eso fue lo que salió.



El resultado del espantapájaros posiblemente no fue perfecto, lo que se dice perfecto y, a pesar del gran trabajo de fijación que llevaron a cabo los chicos, creo que sigue algo inestable. Pero con sus fallos y todo, a ver si es capaz de espantarnos a algunos de estos bichejos destroza tomates.

domingo, 23 de junio de 2013

La luna sobre Toledo


La luna brillaba de una manera especial sobre Toledo. Se acercó más de lo normal a nuestro planeta para vernos bien e iluminar mejor que nunca los tejados, los campanarios y los sueños de los que todavía miran al cielo en las noches de verano. 

viernes, 21 de junio de 2013

Hermano Río


Quiero llorar, como siempre que veo que te dañan de manera impune. Todos pensaríamos que, después de tanta lluvia, tu caudal estaría rebosante y fresco, preparado para afrontar el calor del verano que hoy comienza. Pero no será así porque algunos estúpidos descabezados han decidido que sale a cuenta secarte agua cuando algunos la piden para hacer dinero que nunca verás, o bien pudrirte con aguas fétidas procedentes de orígenes inmundos.

Gente sin escrúpulos, con nombres y apellidos, parece haber decidido castigarte. Y con ello, está matando mucho más que simplemente unos litros de agua. Las fotografías con bañistas parecen hoy algo de otro mundo. Ya no hay risas ni baños en tus orillas y no parece que eso vaya a cambiar ni pronto ni nunca. El olor que desprenden tus aguas se vuelve a ratos apestoso e irrespirable. No es agradable pasear a tu lado. Los peces sufren; cuando no los encontramos flotando en tus aguas por algún vertido, les vemos salir a la superficie como si buscaran oxígeno. Las vegas no se inundarán más aunque sí tenemos un nuevo paisaje en el que la tierra agrietada típica de un desierto yace en tus orillas. 

Odio a todas las personas que están haciendo posible que un río tan grande, hermoso y otrora lleno de vida se muera de manera implacable. Y es un odio bien merecido porque no respetan los tesoros naturales que son de todos y de nadie, y que ellos tratan como lo hiciera un niño mimado que destroza juguetes que no le pertenecen.

lunes, 17 de junio de 2013

Crónica de un huerto 8: Agresiones plumíferas

Yo imagino lo que se les debe pasar por la cabeza a los pajaritos cuando llegan a un huerto recién plantado y ven unos tiernos tallos verdes sobresaliendo de la tierra. ¡Qué bocado más sabroso! Y debe ser que ellos también están en crisis y tienen el estómago más vacío de los normal porque están acabando con las plantas a más velocidad que ninguna otra amenaza del huerto. A la mínima se acercan y "les cortan el gabis" a las pobres.



Este fin de semana hemos tenido que proceder a la replantación de los tomates ya que, al parecer, han sido sus víctimas favoritas. Pero ya no íbamos a ponernos a plantar semillas porque, si queremos tomates este año, más nos vale darnos prisa. Por tanto, hemos recurrido a la salvadora de siempre: la abuela Edu. Ella es, además de consejera, la mejor proveedora que jamás podríamos haber soñado por el cariño con el que nos da las plantas -que todo ayuda- y por sus métodos genuinos de germinación. 

El año pasado el hortelano mayor se deshizo en cabilaciones de cómo hacer un semillero. Hubo muchos trabajos de prueba y error. Así, tuvimos semillas en un semillero de madera con un cristal por encima para que hiciese de efecto invernadero, una nevera rota con un montón de cableado para meter bombillas y no sé qué... Pero el método de la abuela es el más infalible de todos: unas semillitas en un cubo y caminando. No invirtió tanto tiempo y tantos materiales dignos del chatarrero y, ahí la tenéis, sacando las plantitas de tomate. ¡Tan lerenda!


¡Gracias abuela! Si no la liamos parda y acabamos teniendo tomates, te los traeremos para que te hagas un buen pisto, gazpacho, ensalada o lo que tengas gana. ¿Qué haríamos nosotros sin ti?

Crónica de un huerto 7: En los huertos no hay vacaciones...

Las consecuencias irreparables de unas vacaciones de algo más de una semana son terribles en el contexto de un huerto. Si ya de por sí iba algo retrasada contando esta crónica, lo de ahora ya es un escándalo. Y es que en un huerto no hay vacaciones que valgan. Las plantas no esperan. No puedo hacer mucho, salvo intentar redimirme con una crónica acelerada de las últimas semanas. 


Después del abrimiento de zanja y removimiento de tierra, cuyo esfuerzo queda convenientemente ilustrado con la fotografía anterior, se procedió a la plantación de vegetales y hortalizas. Para mí, está es la parte más emocionante del proceso, después de recolectar y de zampar lo recolectado. En esta tarea participó un gran contigente de hortelanos como se puede apreciar en las fotografías. No hay nada como el trabajo en equipo. 


La compenetración es inaudita. Uno abre el agujero, la otra pone la semilla, el de más acá riega para que la cosa florezca mientras la de más allá quita unos cantitos para poder ir avanzando... Yo estoy sin palabras. Carolina vigila, no vaya a ser que la lien en un descuido. Sin ella seguro que alguno se habría ido de madre.


La que también vigila es la abuela. Viene de tanto en tanto a controlar que todo esté en orden y nos da buenos cosejos para que la cosa vaya a buen puerto. Seguro que en esa foto estaba diciendo algo así como: "¡Tú mételo bien! ¡Hasta el cogote!". Ella es defensora de plantar las plantas con el tallo muy profundo para que no se les "tuerza el pico". Y palabra de abuela va a misa, ya sabéis. 


Eso sí, hemos decidido dejar los surcos de la abuela exclusivamente para las patatas porque la modernidad también trae alguna que otra cosa buena. La huerta de los cantos estará regada en exclusiva con el riego por goteo porque el hortelano jefe dijo que aquello de esforzarse para regar se va a acabar. Así pues, ahí le tenemos organizando todo lo necesario para montar el bendito invento que nos ahorrará agua y un montón de curro.

Véase que la separación entre planta y planta está rigurosamente medida por la mega cinta métrica favorita de este lugar. Las cosas bien hechas, bien parecen. 


Después de un duro día de trabajo no hay nada como una buena barbacoita disfrutada en buena compañía bajo la sombra del laurel. Así, el trabajo se hace muchísimo más agradable y el estómago lo agradece.

Y así quedó nuestra huerta, descansando al solecito rico del verano que llega para ver crecer sus plantas y nuestra expectación a medida que vemos salir los brotes verdes.



viernes, 14 de junio de 2013

Whiterocks


La playa es larga y limpia. Me gusta el tacto suave de la arena entre mis dedos y el agua helada mojando el bajo de mi falda. Pero al final olvido el frío y siempre recuerdo el calor de los brazos de mi amante mientras miramos como el horizonte se apaga y el sol enrojece nuestra piel. Las paredes blancas de roca, también llenas de luz, nos amparan del viento, aquí, en esta playa nuestra que siempre estará en nuestros corazones.

jueves, 6 de junio de 2013

Crónica de un huerto 6: Las fresas supervivientes

 No importa con cuanto ahínco se discuta a lo largo de todo el invierno la ubicación de las futuras fresas. A la hora de la verdad, la emoción acaba cegando cualquier rastro de raciocinio. "Er papa" tenía ganas de huerto y, en un descuido de su señora esposa, las plantó en todo el medio, sin reparo ninguno. ¿Por qué? No sabemos. Es un misterio. A veces, los caminos del hortelano mayor son inescrutables.


Las piedras que colocamos alrededor de las susodichas fresas, además de ser una excusa tan buena como cualquier otra para quitarnos piedras de en medio, partió como un intento de diferenciarlas de hierbajos varios y así evitar su destrucción por error. Hasta el día de hoy han sido unas supervivientes sin igual. En el periodo de su vida más temprano han soportado heladas, una nevada que llegó a tronchar muchas ramas de los árboles de alrededor, granizo y hasta les ha pasado el tractor por encima. Son mis heroínas sin duda ninguna y ya me estoy relamiendo al imaginarme el rico sabor de las fresas que van tomando colorcito en la mata.