miércoles, 21 de noviembre de 2012

Nunca es tarde...



Muchos de mis estudiantes, sobretodo los que ya tienen sobre sus espaldas unos cuantos años que contar, me dicen a veces: “soy demasiado viejo” cuando no pueden recordar alguna palabra o cuando se equivocan aquí o allí. Para ellos y para todos los que nos asustamos con el paso del tiempo tengo un pensamiento hoy:

Nunca es tarde para aprender cosas nuevas aunque parezca infinito el esfuerzo. Igual que nunca es tarde para jugar como una niña con las hojas secas del otoño.

lunes, 19 de noviembre de 2012

El otoño en Aranjuez


El domingo fuimos a pasear por Aranjuez. Adoro ir en otoño por los jardines y ver los árboles y los caminos vestirse de rojo y pardo antes de quedar desnudos frente al frío. 

La primera vez que visité Aranjuez fue también en otoño. Nos llevó un profesor para que escuchásemos el concierto de Aranjuez mientras vagabundeábamos y nos perdiamos entre el laberinto de setos y fuentes. Recuerdo que escribí algo aunque no recuerdo qué. Sí me acuerdo de ver las hojas caer desde un banco cualquiera. También recuerdo una imagen que no vi: a Joaquín Rodrigo ciego, sentado en algún lugar del parque, durante su luna de miel, mientras su mujer leía el mundo para él y le ayudaba a ver con palabras lo que sus ojos no ya no podrían avistar nunca. Y también recuerdo cómo se me rompía el corazón con esa guitarra que llora a su hijo muerto, y que aún hoy lo hace, después de los años, cada vez que suena en una radio de cualquier rincón del mundo. Todas las historias hermosas son algo tristes. Y, gracias a un profesor de música muy especial, yo nunca olvidaré ésta cada vez que oiga las hojas secas crujir bajo mis pies...

viernes, 16 de noviembre de 2012

San Servando, el guardián

 

El otro día Patrick me decía que el blog estaba quedando de corte bastante religioso en su versión católica. Que si San Cristóbal por aquí, que si San Ildefonso por allá... Después de pensarlo un poco concluí que tenía mucha razón pero es difícil evitarlo teniendo Toledo en mi punto de mira. Encontramos nombres de santos en todas partes. Incluso en castillos preparados para la guerra... Y es que...

Había un castillo en Toledo que miraba al río y a la ciudad. San Servando era su nombre y significaba "el que guarda". Y eso era lo que hacía aquella fortaleza: guardar a los toledanos para que los ejércitos enemigos no tomaran el puente. Y parece que lo hizo bien durante un tiempo hasta que la Reconquista se llevó las fronteras lejos de Toledo y de su puente. 

Hoy en día ya no guarda la ciudad porque los enemigos son bien distintos y no es posible defenderse de ellos desde castillos medievales. Sin embargo, sus jardines sí acogen a una manada de gatos hambrientos y preciosos. Siempre los encontramos rebuscando entre los cubos de basura, al caer la tarde. Ojalá San Servarndo puediera guardar también del hambre y de la multiplicación irrefrenable a estos adorables mininos.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

La casulla de oro


San Ildefonso, dicen que naciste de los grandes, allá en aquel tiempo en el que Toledo fue capital y que los visigodos aún tenían España. Podrías haber sido un guerrero pero decidiste desdeñar la espada y luchar con la pluma. Y tú, como cualquier otro caballero, defendiste a tu dama. Hay quien dice que incluso le pusiste nombre. Una mujer divina que supo agradecer tu devoción con un especial regalo. Así, cuentan que la Virgen bajó de los cielos con una casulla de oro para que oficiaras las celebraciones en su nombre. Los rumores nos llegan y traen historias de que los mismos ángeles bordaron el manto, arriba, entre las nubes. 

La piedra que posaron los pies de tu señora no ha sido destruida. Está en la catedral que nunca conociste y el tacto de peregrinos y fieles ha desgastado la piedra que está suave y fría.

jueves, 8 de noviembre de 2012

El jardincillo de San Miguel


Había una vez un jardín urbano resguardado por unas vallas más bien enclenques. No se situaba en el entorno más bello del mundo pero con su color verde y sus tiestos de formas graciosas le daba ciera alegría verde a una calle algo ruinosa por la que seguramente algún día pasaran ciertos caballeros templarios. Por allá, a los pies de la iglesia de su patrón.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

La noche en Toledo


La oscuridad ya vació las calles hace unas horas. Los turistas marcharon camino de la gran ciudad en el tren o en sus grandes autobuses tras su obligada parada en cierta tienda de damasquino. Toledo queda desierta y fría en estas noches de casi invierno. En el silencio retumba un algo que sabe a antiguo y a oculto.

Me gustaría tener una ventana por la que mirar y ver la noche toledana a la luz de una antorcha y escuchar los ruidos acechantes de los que se esconden de la luz. Quizá algún día algún inventor loco dé con el misterio que nos permita recordar los secretos que se han perdido porque alguien se olvidó de contarlos. 

martes, 6 de noviembre de 2012

Fotos antiguas 2


Ando con la cabeza ocupada y me ha faltado la motivación de buscar una foto a mi alrededor que hacer yo misma. Por eso, pongo una foto antigua de las que he escaneado recientemente porque, aunque parezca extraño, aquí es donde está mi cabeza y mi corazón estos días. 

La familia de mi madre no tiene muchas fotos de antaño y por su escasez suelen sorprenderme mucho. Ésta es la primera foto en la que veo a mi madre de niña aunque ya entonces era una mujercita responsable. No todas las niñas tienen muñecas, ¿sabéis? Mi madre perdió su oportunidad con un boleto de feria sin fortuna. Pero, como dice mi abuela, ella tenía muñecas de verdad. Y ahí la veis sentada con una de sus muñecas en brazos.

sábado, 3 de noviembre de 2012

El puente de Alcántara



Un profesor mío solía decir aquello de que "los puentes son para cruzar el río y las puertas son para entrar a la ciudad". Muchos de nosotros nos indignábamos porque una afirmación tan simple parecía insultar nuestra inteligencia de universitarios algo presuntuosos. Ciertamente es un pensamiento simple y, después de pasado algún tiempo y de haber aprendido a amar lo sencillo, me ha dado por pensar que tiene cierta elegancia.

Imagino la imagen de Toledo desde lejos, sin carreteras, escaleras mecánicas o edificios modernos. Se la ve inaccesible, encaramada en su peñón de piedra. El Tajo, río bravo y traicionero, la abraza en su mayor parte y el único puente en este lado de la ciudad que se mantiene gallardo sobre el río es el de Alcántara. Es "El Puente". Y, claro está, se utiliza para cruzar, si se quiere llegar al otro lado, porque no hay otro modo de hacerlo.

Después de siglos, aquí sigue y algunos lo seguimos cruzando todos los días. Yo adoro hacerlo. Hoy, como veis andaba algo mojado porque el otoño al fin trajo lluvia.